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jueves, 1 de mayo de 2014

Davos: "cambiando el mundo", con la receta de siempre (la del 1%)


La crisis económica, vista desde una exclusiva localidad turística de Suiza, es otra cosa. Y desde esa perspectiva tendría una pinta halagüeña la recuperación que los gobiernos europeos (empezando por el de Mariano Ra­joy) llevan meses anunciando a bombo y platillo. Sin embargo, a pesar del “optimismo” que según la directora general del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, “está en el aire”, los participantes del último Foro Económico Mundial –acontecimiento que concluyó a finales de enero en Davos– han preferido manifestar una cierta cautela; una actitud que esconde la sed de “reformas estructurales” que este selecto club siempre ha tenido.

No habrá crecimiento

Así que, mientras Rajoy declaraba “no veo sólo el futuro, sino también el presente con esperanza”, los 2.500 personajes, entre banqueros, políticos y hombres de negocios llamados a “rediseñar el mundo” –esta era la sencilla tarea de la edición–, no se han dejado contagiar por el entusiasmo y han elegido el business as usual. Los negocios como de costumbre.

Una cosa es que millones de personas vuelvan a consumir y otra que los gobiernos se distraigan y se alejen del camino de la austeridad, de los recortes y de las privatizaciones Una cosa es que millones de personas vuelvan a consumir y otra que los gobiernos se distraigan y se alejen del camino de la austeridad, de los recortes y de las privatizaciones dictado por Bruselas en acuerdo con el FMI. Y justo los “hombres de negro” del fondo se han encargado, unos días antes del Foro, de enfriar la alegría de los mandatarios que anunciaban la luz a final del túnel de la crisis. Según el FMI, el PIB a nivel mundial mejorará su crecimiento sólo un 0,1% con respeto a las anteriores previsiones (que lo situaban en el 3,6%).

El dato por sí mismo es una desgracia para un conjunto de economistas obsesionados con el crecimiento. Sin embargo, aún peor es la constatación de que, a pesar de los avances de PIB en países europeos como España, nadie volverá en breve tiempo a la situación de antes de la crisis. Eso significa sólo una cosa: que, a pesar de la recuperación, la plaga del desempleo no se va a curar. Pero en Davos, entre un mitin y una clase de esquí prefieren centrarse en otras cosas. Y si es verdad que las recetas del FMI parecen no cumplir con sus promesas, eso se refiere sólo a los anuncios que los gobiernos han suministrado a los electores.

Las que se han cumplido han sido las promesas que los gobiernos –a fuerza de privatizar y recortar– hicieron a las élites nacionales y internacionales, las mismas que figuran en la lista de los “socios estratégicos” del Foro de Davos. Se trata de100 firmas que comparten el compromiso del Foro de “mejorar la situación del mundo” y que son una buena representación de las las empresas transnacionales más poderosas.

A falta de grandes manifestaciones en la exclusiva localidad –los policías de toda Suiza llamados a defender el Foro sólo han autorizado en 2014 un desfile de ecologistas disfrazados de zombies–, otras ideas para “mejorar la situación del mundo” tuvieron que llegar en Davos a través de la fuerza mediática de las grandes ONG: Oxfam informó de que a nivel global 85 ricos suman tanto dinero como 3.570 millones de pobres, es decir, que casi la mitad de la riqueza está en manos del 1% de todo el mundo.

Pero en Davos, donde ese 1% se reúne y debate sobre el futuro de los demás, la desigualdad no aparece en la lista de los peligros más urgentes. Christine Lagarde, estrella del encuentro, ha declarado que sí está preocupada, pero lo que le agobia, además de si habrá más o menos recuperación, son otras dos palabras que empiezan con “r”: la primera es “riesgo”, ya que, el FMI tiene miedo de que algún obstáculo impida finalizar las reformas financieras promovidas por el fondo; la segunda es “reiniciar”, ya que según Lagarde, “el reinicio definitivo son aque­llas reformas estructurales necesarias en todos los rincones del mundo”.

Es la misma obsesión de siempre, que la ejecutiva francesa comparte con otros incondicionales de Davos: reformas, reformas y reformas. Es la misma obsesión de siempre, que la ejecutiva francesa comparte con otros incondicionales de Davos: reformas, reformas y reformas. “No es una contradicción apostar por la liberalización de los mercados de trabajo y denunciar la creciente desigualdad de renta. A corto plazo, quizá sea doloroso, pero a largo plazo generará más crecimiento”, explicó a los periodistas Nariman Behravesh, economista jefe de la consultora IHS y asiduo del Foro.

Lo que los gurús de Davos no explican es de qué sirven tantas reformas si luego la situación de ese 99% sigue estando condicionada por los mercados, es decir, por unos cuantos inversores que mueven las Bolsas mundiales. Entre ellos destaca sin duda el fondo estadounidense Black­Rock, cuyo consejero delegado Larry Fink explica que los vaivenes en los índices de las últimas semanas “son una señal de lo que puede pasar este año”. “Creo que viviremos en un mundo con mucha más volatilidad”, ha declarado Fink. No importa que la economía se recupere, los inversores continuarán especulando como siempre, y quizá aún más.

Créditos de la infografía: Gustavo Hermoso
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