De Madrid a Andalucía, de Santiago de Compostela a Cádiz o de Barcelona a Badajoz se expandió como la pólvora un clamor que no se había escuchado con tanta fuerza desde hace décadas en España: la instauración de una Tercera República que ponga fin al actual sistema de monarquía parlamentaria. La noticia de la abdicación del Rey Juan Carlos en favor de su hijo, el Príncipe Felipe, fue recibida por una buena parte de la población como una amenaza para garantizar la continuidad de la Corona española sin antes pasar por las urnas vía referéndum.
La convocatoria es global y se hizo a través de las redes sociales, al margen de los medios de comunicación tradicionales españoles, la mayoría de ellos afines al régimen monárquico y sometidos a durísimos controles de información sobre cualquier asunto relacionado con los monarcas.
Y así, entre twitter y twitter o compartiendo las páginas de sus “facebooks”, miles de personas se citaron para hoy a las ocho de la noche en todas las plazas de las principales ciudades del país. El motivo de la convocatoria es nítido y enérgico: la exigencia de la celebración de un referéndum para que la población decida si prefiere continuar con el actual sistema monárquico y si, por el contrario, prefiere un sistema republicano que destierra al modelo de sucesión dinástica que, para muchos de sus detractores, es “retrógrado” contrario a los principios más elementales de la democracia.
Este clamor por la Tercera República fue espontáneo, pero también fruto del hartazgo de una sociedad sometida a durísimos ajustes económicos y sociales por la larga crisis que arrastra desde el 2009, en un periodo en el que más de dos millones y medio de personas han perdido su empleo, alcanzado la cifra de paro un nivel histórico, por encima del 26 por ciento de la población activa. Es decir más de cinco millones 800 mil personas no tiene trabajo y la cifra adquiere dosis de mayor dramatismo si se analiza la cifra de desempleados del sector juvenil, que roza el 60 por ciento, o si se observa el indicador de las familias que tienen a todos sus integrantes en edad de trabajar sin empleo y que, además, han perdido todas las ayudas del Estado, que han pasado de 300 mil a más de un millón 500 mil en el mismo periodo de tiempo.
Una realidad social que contrasta con los cada vez más numerosos y graves casos de corrupción que afecta a la clase política española y los empresarios más influyentes del país, que han ido de la mano en el desmantelamiento del Estado del bienestar y en el desfalco al erario pública. Así como la degradación de la monarquía española por los numerosos de corrupción.
Entre los hechos más graves podemos destacar en primer lugar el caso de corrupción, nepotismo, abuso de poder y desfalco al erario público que está investigando la justicia y que afecta de forma directa, hasta el punto de que ya están imputados, a la Infanta Cristina de Borbón -la segunda hija del Rey- y a su esposo, Iñaki Urdangarin, el cabecilla, junto a su socio Diego Torres, de la trama corrupta. La Infanta Cristina se convirtió en la primera integrante de una familia real europea en tener la condición de imputada.
Otro hecho grave y que escandalizó a la opinión pública fue el viaje a una cacería de elefantes en Botswana del Rey Juan Carlos. Nadie se hubiera enterado del safari si no hubiera sido porque durante la noche, cuando se suponía que el monarca iba al baño, tuvo una caída grave que obligó a su aparato de seguridad a ordenar un traslado urgente a España para realizarle una operación de cadera. De este viaje después se supieron más detalles, que aumentaron la dosis de indignación que ya de por si era alta: el Rey había viajado en una de las peores semanas para la economía española, en la primera quincena de abril del 2012, cuando el país estaba al borde del rescate financiero, la prima de riesgo estaba en máximos históricos y el desempleo rozaba por primera vez los seis millones de personas.
Además del momento elegido por el Rey para ir a matar elefantes -una especie en peligro de extinción-, también se conoció por primera vez que durante el safari estuvo acompañado todo el tiempo por una misteriosa mujer, la princesa danesa-alemana Corinna Zu Sayn-Wittgenstein, quien la prensa europea la definió como su “amante oficial” y la prensa española le llamó con un eufemístico “la amiga entrañable del Rey”. Una “amiga entrañable” que conocía secretos de Estado, que utiliza en sus estancias en España inmuebles financiados por el Estado y a la que además le dan protección los servicios de seguridad españoles.
El historiador español Santos Juliá considera que la citada cacería ha sido uno de los errores más graves del reinado de Juan Carlos: “Eso fue un error gravísimo por una doble circunstancia: la primera por el hecho en sí. El Rey tiene un poder simbólico y a un símbolo no se le puede aplicar aquello de la división entre vida privada y vida pública. Por lo tanto el poder simbólico que le queda al Rey se vio profundamente afectado por la revelación de este suceso. Que además coincide con una situación en España de un galopante desempleo creciente y cuando crece la gente en España que come de la caridad o de las asistencias sociales. Y que en ese momento, cuando el Estado está casi en bancarrota, su símbolo, el Rey, se va a cazar elefantes a África con una señora que nadie sabe muy bien que papel juega en todo esto, lo que provoca es que se agudice la desafección”.
Mientras que José María Pedreño, presidente de la Federación Estatal de Foros por la Memoria, considera que “hay una decadencia de la propia democracia española. Que todos sabemos que es muy imperfecta. Es una democracia que parte de una dictadura de carácter fascista. El problema que ha habido siempre es que nuestra monarquía ha sido y es continuación de un sistema dictatorial. Todos sabemos que Juan Carlos de Borbón fue jefe de Estado en funciones cuando el dictador caía enfermo. Esto quiere decir que ya partimos de una situación anómala, en la que se pactó no tocar nada de la represión franquista, que sigue estando impune, lo que se traduce en que todavía hay miles y miles de restos mortales en fosas comunes y en cunetas. Así que la monarquía española es el puntal principal de un sistema imperfecto y anómalo desde su origen. Encima ahora que nos están cambiando el modelo social en beneficio de las oligarquías, la gente se da cuenta de que en este marco político de monarquía parlamentaria no se van a resolver sus problemas”.
El senador por parte del Partido Nacionalista Vasco (PNV) Iñaki Anagasti es autor de un libro que señala precisamente a la decadencia de la monarquía española, que tituló Una monarquía protegida por la censura, en el que señala sobre el Rey que “su vida privada no es nada ejemplar, sus gastos y relaciones con amigos comisionistas son impropios y su falta de responsabilidad ante el delito es algo único en una Europa democrática”.
El político vasco considera que “la Monarquía no es ni útil ni ejemplar, he tratado de lograr que sus gastos sean controlados, que todo ese cortesanismo barato de genuflexiones y cabezazos se acabe”. Anasagasti se refiere a uno de los puntos nodales de la Casa Real: la opacidad de sus finanzas. A este respecto, la mayoría ya están de acuerdo en que es urgente aprobar una ley con la que se regule el gasto público destinado a la Familia Real. Así lo explicó el historiador Juliá: “No se ha legislado hasta ahora porque no había surgido un caso tan patente de conductas corruptas en el seno de la Casa del Rey.
El problema viene más del comportamiento de familiares del Rey, como es la hija y su yerno, y es ahora cuando en la opinión pública no acepta que eso no tenga una consecuencia. Así que la legislación de la ley no sólo es inevitable sino también es conveniente. Igual que hay una ley de huelga debería haber una ley sobre la Casa del Rey. Yo creo que el aura que rodeaba al Rey por su actuación durante la transición ya no es suficiente para que la Corona no forme parte de un debate al que hay que encontrarle una salida institucional”.
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lunes, 2 de junio de 2014
Miles de españoles exigirán esta noche un referendo sobre el sistema de gobierno para acabar con la monarquía
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